ANALFABETO POLITICO

"El peor analfabeto es el analfabeto político. No oye, no habla, no participa de los acontecimientos políticos. No sabe que el costo de la vida, el precio de los frijoles, del pan, de la harina, del vestido, del zapato y de los remedios, dependen de decisiones políticas. El analfabeto político es tan burro que se enorgullece y ensancha el pecho diciendo que odia la política. No sabe que de su ignorancia política nace la prostituta, el menor abandonado y el peor de todos los bandidos que es el político corrupto, mequetrefe y lacayo de las empresas nacionales y multinacionales."



Bertolt Brecha


sábado, abril 03, 2010

Milton Reyes (2da. Parte)

Milton Reyes, comunista marxista leninista

(2da. Parte)

 

publicado el: 23 de marzo de 2010

Conocimos a Milton en la tarea, en el debate, en la organización, en la movilización y la escaramuza con la policía, de a pie, de a caballo, con la bomba, el sable y el tolete.
Lo encontrábamos siempre atento y preocupado por planificar la actividad para el momento, para el más luego, para más tarde, para mañana. Los trazos, los esquemas, “la correlación de fuerzas” siempre tomaban forma en la servilleta del bar de “mama Charo”, en el bar del quinto piso, en la escuela de Ciencias Políticas, en la biblioteca, en cualquier sitio que requeríamos de su presencia para la explicación necesaria y justa. Así fuimos aprendiendo que lo fundamental es el colectivo, la organización y el compromiso de conocer, hablar y hacer política y sentimos como él la necesidad de planificar, de reproducir lo que de él aprendimos. Nunca fue egoísta, siempre fue generoso para hacernos conocer lo que él sabía, lo que era fundamental para cambiar el mundo, para crecer, para multiplicarnos como las abejas y sus panales; porque al ser pocos, requeríamos ser muchos.
Por él llegamos a entender que nuestra juventud debía organizarse, luchar, estudiar y vencer; pero no sola, sino junto al obrero, vecino del barrio, del trabajador, del campesino, del lustra botas, del canillita, de nuestros amigos, de nuestros paisanos que por su pobreza se quedaban en la tierra sin estudiar.
Junto al Milton alcanzamos la conciencia y aprendimos a “estrechar filas” bajo el objetivo común de transforma el mundo, comprendimos la necesidad histórica de construir el socialismo para llegar al comunismo. Pero comprendimos también que hay enemigos y amigos del pueblo trabajador; que hay poderosos que con su dinero quieren comprarlo todo, políticos corruptos que se aprovechan de los pobres y de los humildes, pero también políticos revolucionarios honestos que luchan por los demás y que con su participación entregaron lecciones al mundo de cómo transformarlo y otros que en sus empeños y sin descanso entregan sus vidas como lo haría poco tiempo después el “che” Guevara de quien también aprendimos que “en cada ser honesto, hay un germen de revolucionario”.
El propio compromiso con el cambio, en contra de la injusticia, del abuso y del engaño nos condujeron a encontrar nuevos adeptos, a engrosar nuestras filas y entendimos que debíamos entregar al mundo el grito franco y profundo en la consigna y en el canto revolucionario que daba vida a la marcha. En este combate y al calor de la protesta sentimos el peso del golpe represivo que trataba de impedía que “los de abajo” molesten y “hagan daño”, “a los de arriba”, a los explotadores y opresores, a los poderosos y a los malos políticos. Y el descontento se fue haciendo grande y las calles y plazas hablaron con la voz propia de la juventud, de la insurgencia, de los muchos que empezaron a sentir la necesidad del cambio, de la revolución.
Junto a lo irreverente de la manifestación, de la consigna y de la lucha, se hizo público el canto, la música que ayudaba a la protesta porque ella misma era protesta, en la comuna, en la fábrica, en el recinto y la cooperativa. Con ella vivían nuestros pueblos que aprendían la consigna y sentían el calor de la insurgencia, del colectivo, de la crítica y la autocrítica, de la reivindicación, de la organización y de la lucha.
Cuando el universitario comprendió la necesidad de unirse con su pueblo salió de sus labios la consigna “Luchar y estudiar junto al pueblo, por la revolución”, aprendida y coreada por miles y miles de militantes de la gloriosa FEUE a la cual Milton la condujo, la guió, la orientó, dejando de lado intereses mezquinos que quisieron arrebatarla. Esa FEUE que Milton dirigió y se vinculó con el pueblo mediante la consigna, la música protesta del “Noviembre 15” en San Juan, San Roque, la Colena, La Tola, la Ferroviaria Alta, el Quito del sur y muchos barrios más que armaron la bronca junto a él, junto a todos nosotros contra el alza de pasajes, la gasolina, el pan, la carne y la leche y que armaron de coraje al “comando pueblo” para la toma del camión de la “Casa de Rastro” y de la “Pasteurizadora Quito”. Esos barrios que reeditando la “Revolución de las Alcabalas” y la de los barrios de Quito se atrevieron al reparto de carne y leche arrebatadas a la burguesía comercializadora para aplacar el hambre.
Todas esta acciones fundamentaron en todos nosotros la necesidad de participar más organizadamente, de ser parte de un partido de izquierda revolucionaria. En ello Milton jugó papel trascedente, pues nos planteó la necesidad de ser parte de las filas de Partido Comunista Marxista Leninista del Ecuador, el PCMLE.

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